La vainilla, al igual que el cacao, es uno de los tesoros que México le dio al mundo. Su nombre proviene del náhuatl "tlilxochitl" (tilli, negro y xochitl, flor), es decir, "flor negra". Es un grupo de orquídeas que produce un fruto de diez a veinte centímetros, uno de los quince productos nacionales con denominación de origen internacional, destacando su relevancia en la cultura y economía mexicana.
En Oaxaca, específicamente en la región de la Chinantla, se encuentra la mayor diversidad genética de esta especie, con siete especies y variedades diferentes, y aún es posible encontrar plantas silvestres en la selva. Esta región es la única en el mundo donde la vainilla crece en su medio natural, sin intervención humana.
La producción moderna de vainilla en esta zona comenzó en la comunidad chinanteca de San Felipe Usila en 1985, aunque su cultivo data de la época prehispánica en Papantla, Veracruz, donde se usaba en bebidas ceremoniales y productos de belleza. La producción sigue un método comunitario, central en los pueblos indígenas de Oaxaca, con asambleas para la toma de decisiones y talleres en lengua chinanteca.
El proceso de la vainilla es laborioso y artesanal. La polinización debe hacerse manualmente en las primeras horas del día. Las mujeres y jóvenes participan activamente en esta etapa. La vainilla se seca al sol durante medio día y luego se guarda en cajones de madera forrados de petates por ocho a diez semanas. Luego se clasifican las vainas por tamaño y forma antes de ser empacadas.
La Chinantla podría ser el lugar de origen de la vainilla debido a su diversidad genética y presencia de vainilla silvestre. En esta región, el colibrí poliniza las flores, eligiendo las más aromáticas. Las vainas se usan para extraer el aceite característico de la vainilla.
El saborizante originario de México más utilizado en el mundo: La vainilla, llegó a otros países, como a Madagascar, después de la conquista a través de los franceses a inicios del siglo XX. Históricamente, los chinantecos utilizaban la vainilla como tributo a Moctezuma, y las mujeres aztecas usaban el cautivador aroma del aceite de vainilla como perfume, reflejando su importancia tanto económica como cultural.
La vainilla originaria de México y su diversidad genética en la Chinantla simbolizan la riqueza natural y cultural de México. Los vainillales no solo son cruciales para la economía local, sino también forman parte del patrimonio cultural de los chinantecos ya que la usaban en su vida cotidiana, esta conexión entre la biodiversidad y la herencia cultural subraya la importancia de la vainilla como un recurso único y valioso.
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