¿Sabías que en Oaxaca las bebidas con espuma se disfrutan más con mezcladores especiales de madera?
El utensilio del que hablaremos a continuación es un trozo plano de madera labrado en uno de sus extremos con la figura de animales. Dicho utensilio es conocido en los Valles Centrales de Oaxaca como “alcahuete”, y es un palito que sirve para mezclar bebidas tradicionales con espuma, como el chocolate-atole. El comensal utiliza el alcahuete para mezclar la espuma del cacao que se pone encima del chocolate; el utensilio entra y sale en forma diagonal para integrar la espuma con el líquido mientras se bebe. Este utensilio también hace la función de una cuchara, ya que hay quienes con él se llevan la espuma de la bebida a la boca y después beben el atole. Este proceso no solo es una técnica de mezcla, sino también una forma de disfrutar plenamente la bebida, combinando textura y sabor.
Aunque se trata de una investigación parcial y aún en proceso, los hallazgos han sido muy interesantes. Incluyen algunas referencias a su uso en la época prehispánica, lo que sugiere que los alcahuetes han sido parte integral de la cultura mesoamericana durante siglos. Además, se han identificado peculiaridades lingüísticas que se expresan en su apelativo oaxaqueño, mostrando cómo la lengua y la cultura locales han influido en su denominación. Las variaciones que han tenido en su forma, en su decorado e incluso en su nombre a través del tiempo y de las culturas reflejan la rica historia y evolución de estos utensilios. Para muchas sociedades mesoamericanas, las bebidas de cacao se reservan únicamente para las más especiales ocasiones. Este carácter festivo o ceremonial se expresa también en los utensilios para prepararlas y consumirlas, lo que subraya su importancia cultural.
Los utensilios antiguos han evolucionado con el tiempo. Originalmente, los alcahuetes tenían una agarradera labrada en madera con formas de colibríes, peces, búhos, conejos y otros animales. Estos diseños no solo eran funcionales sino también estéticamente agradables, reflejando la biodiversidad y el simbolismo de la fauna local. Los alcahuetes actuales mantienen estas formas tradicionales, pero ahora son pintados con diferentes colores para hacerlos más llamativos y alegres. Este cambio no solo responde a una evolución estética, sino también a un esfuerzo por atraer tanto a los locales como a los turistas, quienes valoran estos artículos como piezas de arte.
En años recientes, se promueven como separadores de libros, palitos para botanas y recuerdos de visita entre el mercado turístico, a tal punto que su uso y nombre original corren el riesgo de olvidarse.
Aunque hoy en día el uso de este utensilio ya no es tan común y los alcahuetes se han convertido más bien en productos de arte decorativo para los turistas, los artesanos y artesanas de Santa Cecilia Jalieza, lugar donde se hacen los alcahuetes pintados, ahora solo los producen en cantidades limitadas. Esto se debe a que los locales no están tan interesados en adquirirlos, por lo que principalmente se elaboran para bodas y otras ocasiones tradicionales en los pueblos de esta región.
Hablar del alcahuete trae nostalgia a quienes han probado alguna de las diferentes bebidas tradicionales con espuma que existen en Oaxaca, pues es un objeto distintivo de las fiestas típicas y religiosas de los pueblos. Es importante reconocer el esfuerzo de los artesanos oaxaqueños, quienes ponen mucho cariño en la elaboración de sus obras maestras. Cada alcahuete refleja la creatividad y el trabajo arduo de estos artesanos, manteniendo un vínculo con la cultura gastronómica oaxaqueña que puede mantenerse y reinventarse hasta nuestros días.
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